Philipsburg

Philipsburg Cruise

Una isla, dos países

Con algunas de las mejores vistas de todo el Caribe, St. Maarten es la isla habitada compartida por dos países más pequeña del mundo: el norte pertenece a Francia, mientras que el sur pertenece a Holanda. Considerada la mezcla cultural por antonomasia del Caribe, esta isla de casi 100 kilómetros cuadrados recibe a personas de 47 nacionalidades distintas y cuenta con más de 400 restaurantes en los que se ofrece una enorme variedad gastronómica. 

 

La isla también tiene dos capitales: Philipsburg en el lado holandés, y Marigot en el francés. Tras llegar a St. Maarten a bordo de tu crucero MSC por el Caribe y las Antillas, podrás descubrir, gracias a nuestras excursiones, cómo se han mezclado estas dos culturas con caracteres tan distintos.

 

Tu crucero a St. Maarten atracará en Philipsburg, fundada en 1763 por John Philips, capitán escocés de la marina holandesa. La ciudad, con sus viviendas de color pastel típicas de las Indias Occidentales, es conocida por sus compras libres de impuestos en Front Street, por el Gran Estanque de Sal, que en su día dio de comer a la isla y atrajo la atención de los franceses, y por Fort Willem, construido en 1801, con magníficas vistas a la bahía y las islas de alrededor. 

 

Desde allí, varias de nuestras excursiones te llevarán entre las montañas hasta el lado francés de la isla para conocer Marigot. Originalmente un pueblo de pescadores ubicado en una marisma (de ahí su nombre), Marigot se convirtió en la capital durante el reinado de Louis XVI. Fort Louis, que domina toda la bahía de Marigot y Anguilla, fue construido a finales del siglo XVIII para proteger de los ingleses los almacenes de sal, café, caña de azúcar y especialmente de ron de la ciudad. Hoy en día, Marigot cuenta con unas pintorescas y coloridas viviendas que parecen casitas de jengibre, unos sabrosos bistrós a pie de calle, y un mercado al borde del mar que merece la pena visitar en el que se venden frutas y verduras, especias, carnes de la zona y pescado fresco de las cabañas de los criollos. 

 

Si quieres vivir algo especial, puedes pasar el día en el lado holandés de la isla en la plantación de azúcar restaurada de Rockland Estate. Aprende historia en el museo Emilio Wilson, o haz una caminata por la naturaleza y disfruta de las vistas desde Sentry Hill. Participa en una demostración práctica de la cocina de la zona con un almuerzo en el restaurante Emilio’s.

 

Asimismo, en Rockland Estate, aquellos que busquen emociones fuertes podrán reservar otras excursiones al Holandés Volador, una rapidísima tirolina que te lanzará a una velocidad de hasta 90 km por hora. Luego podrán tomar el Pirate Sky Ride y subir en teleférico hasta la cima, donde podrán disfrutar de las vistas panorámicas a las islas vecinas de Saba, San Eustaquio, San Bartolomé y Anguilla que ofrecen los distintos miradores que rodean a la montaña. Luego podrás lanzarte ladera abajo por el tobogán cerrado Schooner Ride que discurre por un camino especial.

 

Si quieres conocer uno de los lugares más interesantes de la isla y una de sus atracciones más populares, visita la famosa playa Maho, también conocida como “la playa de los aviones”. Eso sí, no te pongas demasiado cómodo, porque los aviones te pasarán justo por encima al aterrizar y despegar de la corta pista del aeropuerto Princesa Juliana, que se encuentra muy cerca.

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*Los huéspedes que no tengan contratada una excursión con MSC no podrán desembarcar en Hellesylt pero si en Geiranger